martes, 13 de enero de 2015

Sanando las Heridas Emocionales del Corazón

Rosas: la Medicina del Corazón.





Esta esencia del sistema de Andreas Korte está preparada con la Rosa Japonesa Roxburghii. Sus tonos suaves, sus pétalos generosos y su centro radiante traen una poderosa medicina para los corazones que viven en el olvido de la abundancia original , es decir en la ilusión de las necesidades. Un curso de milagros dice: La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensación de estar separado de Dios. Esa sensación de separación jamás habría surgido si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote así a ti mismo como alguien necesitado. Esta esencia maravillosa acompaña a las personas que siempre necesitan que algo allá afuera cambie para estar en paz consigo mismas. Por ejemplo: la mujer que pone todas sus energías y dedicación para que su pareja cambie, manteniéndose ella esclava de que en esencia nada cambie.  La suave y potente medicina de esta rosa también actúa sobre personas extremadamente criticas, ya sea con ellas mismas o con lo otros. Lo más significativo de esta rosa -por lo menos lo que me llamó más la atención por su vital importancia- es que suaviza y da flexibilidad a los puntos más rígidos  de la personalidad o de patrones emocionales  tanto conscientes como inconscientes. Por ejemplo cuando alguien no se abre a lo nuevo por miedo, porque teme a lo desconocido y se mantiene clavado al pasado porque eso le da "seguridad".
Volviendo al ejemplo de la mujer que pretende en vano que cambie su pareja, aquí se ve un circuito sin posibilidad de cambio real; porque  en la medida que busque que el cambio lo traiga el otro se asegura su incapacidad de ver dentro suyo lo que en realidad necesita cambiar ella misma.
Esta rosa disuelve esos puntos fijos que mantienen seguros los viejos circuitos relacionales. Estos circuitos fijos se aseguran de que el corazón se prive desconectandose de la abundancia natural.
Otro punto esencial de esta medicina es que trabaja el miedo a la carencia.

L o r e n a 
C i o c a l e.

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